Buenos Aires, 11 May. 10 (AICA)
“La palabra de Dios es todo lo que tiene el cristiano. Y no es poca
cosa. No es lo mismo que tener la Biblia. Muchos la tienen y la leen,
pero no tienen la Palabra de Dios porque no la escuchan con el
corazón. Otros no tienen la Biblia, pero tienen la Palabra de Dios,
porque la escuchan y viven conforme a ella”, dijo monseñor Carmelo
Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, en su homilía del fin de
semana.
Tras señalar que “la primera manera cómo Dios nos hace llegar su
Palabra es por medio de la naturaleza creada por él, pues fue su
Palabra la que hizo el mundo. Para escucharla basta el sentido común”,
y explicó que “Dios hace escuchar su Palabra no sólo en el espectáculo
del cielo” sino que “todo lo que somos, lo somos por su Palabra: el
cuerpo, el psiquismo, el sexo, los sentimientos”.
En ese sentido, advirtió sobre el “proyecto de ley para cambiar
la naturaleza del matrimonio” que se está tratando en el Congreso. “Ya
fue aprobado en Diputados que se modifique el Código Civil, y que, en
adelante, para contraer matrimonio baste la figura genérica de ‘los
contrayentes’, y no ya la realidad innegable ofrecida por la
naturaleza de ser varón y mujer”.
Al respecto manifestó: “En esta situación, me extraña el mutismo
del ciudadano cristiano. ¿Están expresando su pensamiento los miles de
colegios católicos con sus respectivas uniones de padres? ¿Y los
consejos provinciales de educación católica? ¿Y las universidades
católicas? ¿Y las entidades laicales de la Iglesia? ¿Será que, al
tomar la palabra siempre los obispos, hemos castrado a los laicos en
su protagonismo como ciudadanos? ¿Los fieles laicos se sienten
apabullados por los medios? ¿Será que están cayendo bajo la tiranía
del lenguaje falaz impuesto por pequeños grupos, como ‘evitar toda
discriminación’, bajo el manto de ‘los derechos humanos’? ¿Piensan
también ellos que el ser varón o ser mujer es algo horroroso, y que
hay que acabar con el ‘determinismo biológico’, como se aplaudió en el
Congreso?”
Consideró que “cómo han votado muchos en el Congreso, en
particular algunos presidenciables, ha de servirnos para que a los
cristianos se nos caigan las anteojeras”, y lamentó que “no existen
partidos importantes cristianos, semi-cristianos o menos malos que
otros” sino que “en la Argentina, como en todo el mundo, hoy el
ciudadano cristiano debe elegir entre malo y malo”.
“Y le hace falta prudencia para elegir el mal menor. Si quiere
transformar la realidad política, que milite en un partido. Lo van a
triturar. Pero con la gracia de Dios, podrá resistir. Hay que estar en
el barro y no embarrarse, como la flor del loto”, concluyó.+
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