miércoles, 30 de julio de 2008

El principio de la participación

El ciudadano solo, asociado a otros o por medio de sus representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social. Es una obligación de todos, en vistas del bien común. La participación en la vida democrática es fundamental e ineludible para el católico, y se extiende al mundo del trabajo y de las actividades económicas, la información y la cultura y -muy especialmente- en la vida política hasta llegar a los niveles más altos.Desde esta visión, se hace imprescindible a quienes tienen y viven valores, que se comprometan a participar y ayudar a otros a hacerlo. Generar espacios para que los más débiles puedan acceder a ofrecer su aporte y facilitar, con su presencia, la posibilidad de que existan alternativas de cambio y renovación en las estructuras y los dirigentes políticos, para evitar que se instauren privilegios y excesos.Por medio de la participación, estamos llamados a ofrecer la visión del mundo que ha legado Jesús y a intentar que la gestión de la vida pública sea honesta y orientada al bien común. Pero como este es un conocimiento que no tiene sentido sin que se haga vida...

¿Qué actividad podemos realizar en nuestra comunidad para mejorar la vida social, cultural y política, a partir de nuestro aporte?

Artículo extraido de: El rincónde los jóvenes, por Juan Carlos Pisano

(http://www.san-pablo.com.ar/lit/includes/popups/domingo.php?f=2008-07-27&d=1)

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